Miniaturas para el Dios de la fortuna


Celebración en honor del Ekeko, antiguo dios de la abundancia y la prosperidad

Celebración en honor del Ekeko, antiguo dios de la abundancia y la prosperidad

Mediodia del 24 de Enero, un día de extremo calor pero que no amedrenta a quienes se encaminan hacia el Parque Avellaneda. El destino es la fiesta de las Alasitas, una de las tantas ferias que instala la comunidad boliviana en diversos espacios públicos de la Capital y el Gran Buenos Aires. Cada año se reúnen para brindar honor al Ekeko, antiguo dios de la abundancia y la prosperidad, en un evento festivo y convocante. Nos recibe la música folklórica y locutores que intercambian palabras en español y quechua, stands repletos de objetos en miniatura, el aroma de las comidas típicas y una gran cantidad de personas que concurren a esta tradicional manifestación cultural paceña. Una festividad que conjuga rituales de devoción que expresan necesidades y deseos actuales, con prácticas comunitarias heredadas de la cosmovisión de los pueblos originarios del altiplano andino.

Alasitas que representan los anhelos para el año

El bullicio reina, las personas negocian precios con los vendedores insistentes que ofertan deseos materializados en miniaturas. Cada puesto de venta ofrece diversos objetos a pequeña escala entre los que se destacan: casas, automóviles, fajos de billetes, bolsas con productos de consumo diario, títulos (universitarios, de propiedad, de habilitación), documentos de identidad y visas, tarjetas de crédito, valijas, maquetas de terrenos, de negocios comerciales, talleres de costura, etc. El ritual a seguir es comprar las ‘alasitas’ que representen el anhelo proyectado para ese año, colocarlas dentro de un aguayo y luego llevarlas para que sean challadas por algún ‘especialista’ o ‘persona que sepa’. Otra modalidad es adquirir unos animales de yeso de mayor tamaño y cargarlos con billetes, guirnaldas y demás miniaturas, que luego de ser bendecidos se colocarán en algún sector de la casa. Cada animal representa un poder o cualidad determinada. Los más adquiridos son los toros, que transmiten su fuerza y energía a quienes los poseen; los elefantes con el dólar aferrado en la trompa se caracterizan por caminan siempre hacia adelante con paso firme; los sapos garantizan suerte, y los gallos son recomendados como obsequios para aquellas personas solteras que desean amor. Los representantes tradicionales de esta festividad son los ekekos -portadores de abundancia y fortuna- bajo los cuales se bendicen el resto de las alasitas. Su aspecto ha ido variando a lo largo del tiempo, pero se los reconoce como pequeños hombrecitos de brazos abiertos, rostro sonriente y cigarro en la boca, que cargan diversos objetos en sus vestimentas. A pesar de la variada composición de las alasitas, las personas que participan de este evento adquieren sus miniaturas con la intención de augurar prosperidad económica, derechos ciudadanos, consumos diarios, buena fortuna, bienestar y abundancia en lo deseado. No se habla de magia ni de milagros, pero sí de deseos de progresar, de esforzarse para estar bien, para que no falte nada e ir ‘siempre hacia adelante’.

A pocos metros de distancia y esparcidos por todo el predio, se instalan las personas encargadas de challar y sahumar. Son hombres de mediana edad y mujeres mayores considerados ‘sabios’ (yatiris, chamanes aymara), que despliegan un ritual de bendición sobre los objetos adquiridos arrojándoles arroz, quinua, pétalos, guirnaldas; rociándoles alcohol y vino, y pasándolos sobre un hornillo prendido de carbón e incienso. Algunos profieren rezos en susurros, miran al cielo con las manos abiertas muy concentrados en su tarea de consagración, que luego será bonificada ‘a voluntad’ sosteniendo la reciprocidad de la ceremonia.

Esta festividad recrea parte de la cultura e historia de las comunidades migrantes bolivianas resignificando tradiciones ancestrales y creencias populares en nuevos contextos. La expresión local de la Fiesta de las Alasitas reúne búsquedas sagradas e identitarias a través del intercambio, de los rituales y de los festejos abiertos para quien quiera conocer y compartir estas costumbres originarias de Bolivia.

Por: Lic. Cecilia Galera

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